Desde la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Granos (Cappro) reportaron que la industria aceitera del país ha sufrido en el 2022 caídas bastante significativas en lo que respecta a los volúmenes tanto de exportación como de procesamiento.

Desde la cámara señalan que los resultados obtenidos al último mes del año pasado terminan por confirmar que el 2022 “ha sido el peor año para la industria aceitera nacional”. Por lo tanto, sostienen que el sector necesita más que un buen año agrícola para recuperarse y alcanzar su potencial.

De acuerdo con el informe remitido por el gremio de la industria de oleaginosas, esta dinámica no es solamente producto de un hecho aislado de malas condiciones climáticas que afectan la disponibilidad de la materia prima (como se había dado por ejemplo en el 2012), sino que refiere de un contexto negativo para la industria que desde hace varios años se viene arrastrando a consecuencia de los constantes cambios en las reglas que afectan a la competitividad del sector.

Desde el gremio apuntan que el aumento esperado en la disponibilidad de materias primas para procesar es un factor positivo, pero “no es suficiente” por sí mismo debido a que la demanda de los productos agrícolas en estado natural que se produce tiene un alcance global.

“Es decir, la producción local de oleaginosas y cereales es disputada por fábricas de todo el mundo y es en esa disputa donde Paraguay no cuenta con todas las herramientas necesarias para poder asegurarle a su industria aceitera las mejores condiciones para competir, ya que se deben superar desbalances que se generan en el comercio internacional”, expresa el informe.

En este sentido, los industriales resaltan que el foco debe estar “en construir políticas públicas que brinden estabilidad y permitan competir en igualdad de condiciones”; contrarrestando las medidas de desincentivo que se aplican en el comercio internacional a los productos industrializados, de modo a aprovechar en el país los beneficios de agregar valor a nuestras oleaginosas y cereales.

Finalmente, desde la Cappro sostienen que la expectativa para el año 2023 es que el clima “ya no generará un impacto negativo tan fuerte en la producción agrícola”. No obstante, aseguran que tampoco se llegaría a los niveles récord de producción a los que ha llegado el país en el pasado y que de igual manera, a pesar de que una parte importante de la cadena de valor de las oleaginosas podría empezar a recuperarse de lo ocurrido el año pasado, la industria aceitera nacional seguirá afrontando una situación delicada.