El ganado que se comercializa a Europa cotiza actualmente a US$ 2,50 el kilogramo.

El novillo para faenas de exportación de carne a la Unión Europea sufrió una depreciación del 12,2% en los últimos 30 días y actualmente cotiza prácticamente igual al ganado para envíos a otros mercados, según el reporte de la comisión de industrialización, comercialización y promoción de carne bovina de la Asociación Rural del Paraguay (ARP).

Randy Ross Wiebbe, gerente de planta de Frigochorti, explicó que hoy en día el mercado europeo está saturado de carne y no están comprando prácticamente nada. También hay un efecto de la complicada situación económica, y los problemas con refugiados, atentados y amenazas que hay en el viejo continente, explicó Wiebbe.

COTIZACIÓN

El ganado tipo UE cotiza, actualmente, a US$ 2,50 el kilogramo (peso al gancho) al igual que los novillos tipo Chile. El ganado normal para otros mercados, por su parte, tiene un precio de US$ 2,45 el kilogramo (peso al gancho). El novillo tipo UE se depreció 12,2%, el tipo Chile 5,6% y el normal 5,6% en el último mes, dicen las estadísticas de la ARP. La disminución es debida a una sobreoferta de ganado terminado (novillos saliendo de feedlots) y las plantas están llenas hasta fines de diciembre, informó el gremio ganadero.

EXPORTACIÓN

Por otra parte, hasta el undécimo mes de este año ya se embarcaron 1.953 toneladas de carne bovina a la Unión Europea por un valor de US$ 15,5 millones, según las estadísticas de comercio exterior del Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa). Actualmente hay una disminución de los envíos y en el mes de noviembre se embarcaron unas 338 toneladas.

Los países del bloque europeo que compraron carne nacional en lo que va del año son: Alemania con 601 toneladas por valor de US$ 5.817.772, Países bajos 539 toneladas por US$ 4.808.496, Italia 340 toneladas por US$ 2.483.563, Reino Unido 237 toneladas por US$ 1.442.102, Francia 140 toneladas por US$ 373.745 y España 96 toneladas por US$ 628.450, de acuerdo a las estadísticas del Senacsa.

Fuente: La Nación