La producción de maíz en Paraguay atraviesa una etapa decisiva. Con una demanda interna en pleno crecimiento, impulsada por la intensificación ganadera, la expansión de los sistemas de engorde a corral y las proyecciones de fuerte desarrollo en porcinos y aves, el cereal se consolida como una pieza central del futuro agroindustrial del país.
El desafío ya no pasa solo por producir más, sino por integrar el grano a cadenas de valor que transformen volumen en proteína animal, empleo y exportaciones.
Héctor Cristaldo, presidente de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), señaló en Valor Agregado que el potencial del maíz es enorme en la medida en que se profundice la agregación de valor dentro del país.
“El maíz tiene un potencial enorme en la medida que se vaya agregando valor, transformándolo en proteína animal, ya sea carne de ave, cerdo, bovina, producción de huevo o de leche. Todo eso potencia el consumo interno”, afirmó.
Un grano que se transforma en proteína
La creciente demanda de balanceados posiciona al maíz como un insumo estratégico para los sistemas productivos intensivos. La expansión de los corrales de engorde en bovinos, junto con el crecimiento sostenido de la avicultura y la porcicultura, está modificando la lógica del mercado interno de granos.
Según Cristaldo, esta dinámica ya comienza a reflejarse tanto en los volúmenes de producción como en los rubros exportadores que ganan peso dentro de la economía agropecuaria.
“El maíz se está posicionando como un elemento fundamental en la ración de todo eso. El maíz y la soja son claves para los monogástricos, especialmente aves y cerdos”, explicó. Para graficar esa relación, el titular de la UGP destacó que “cuando uno consume un kilo de carne o toma un litro de leche, de manera simplificada está consumiendo alrededor de 800 gramos de maíz y 200 gramos de soja transformados”.
Tecnología, inversión y trabajo conjunto
Este proceso no es casual. Cristaldo recordó que ya a comienzos de los años 2000 estudios internacionales, como uno presentado por técnicos japoneses, señalaban a la cadena del balanceado como una de las de mayor potencial de consolidación y expansión en Paraguay. Dos décadas después, ese diagnóstico comienza a materializarse.
“Esto es el resultado del esfuerzo de los productores, de invertir, de utilizar tecnología y de trabajar en conjunto entre el sector público y el privado, buscando generar nuevos mercados”, sostuvo. En ese contexto, el maíz deja de ser un cultivo meramente rotacional para convertirse en un insumo estructural del desarrollo agroindustrial.
Producción estancada y necesidad de un nuevo impulso
A pesar del buen desempeño productivo, el crecimiento del área sembrada enfrenta un límite que el sector considera necesario revisar. Este año, Paraguay alcanzó un rendimiento promedio cercano a los 6.000 kilos por hectárea, con una superficie de alrededor de un millón de hectáreas, un techo que se repite desde hace varias campañas.

“El gran motor que impulsa o frena el aumento de la superficie de siembra es el precio, porque al final es lo que determina los márgenes”, explicó Cristaldo. Aun así, advirtió que el país necesita una revaluación estratégica del esquema productivo para acompañar la demanda futura.
“Así como la soja está estancada en torno a 3,5 a 3,6 millones de hectáreas, con el maíz ocurre algo similar. Tenemos que darle un nuevo impulso. Paraguay debería estar produciendo al menos 15 millones de toneladas de soja y 10 millones de toneladas de maíz en los próximos tres a cinco años para potenciar realmente el desarrollo y las cadenas de valor”, proyectó.
El desafío de acompañar la demanda
Con una demanda interna en expansión y mayores oportunidades para exportar proteína animal, el maíz se perfila como uno de los grandes protagonistas de la próxima etapa del agro paraguayo. El desafío será generar condiciones de mercado, infraestructura y financiamiento que permitan romper el estancamiento productivo y acompañar un modelo que apuesta cada vez más a transformar granos en alimentos de alto valor.
En ese escenario, el crecimiento del maíz no solo será una cuestión agrícola, sino una decisión estratégica para el desarrollo integral del país.
