La campaña agrícola 2025/26 inició con un escenario alentador por las lluvias generalizadas que permitieron sembrar incluso en regiones que en otros años sufrían atrasos por falta de humedad.

Al mismo tiempo, se observó un desarrollo más lento del cultivo debido a días fríos, nublados y con menor radiación. La combinación de climas cálidos periódicos y lluvias intermitentes mantiene el avance del ciclo, pero su resultado final dependerá críticamente de lo que ocurra entre fines de diciembre y los primeros días de enero, cuando se definen la formación de vainas, el llenado de granos y, en consecuencia, el rendimiento y la calidad, según explicó a Valor Agro el director ejecutivo de Capeco Hugo Pastore.

Explicó que, mientras se mantengan “periodos de clima cálido, que es algo que le gusta a la soja, pero con lluvias periódicas”, el desarrollo seguirá estable.

Sin embargo, esa ralentización inicial cambiará el calendario de cosecha. “No vamos a tener cosechas hacia finales de diciembre o muy al inicio de enero como en otros años; probablemente empecemos en la segunda quincena de enero”, remarcó.

Así también, subrayó que diciembre define el ciclo. “Lo que pase ahora a final de diciembre y en los primeros días de enero es clave, porque es la etapa en la que las plantas están en la formación de las vainas, algunas ya empezando a llenar los granos”, señaló.

Esa fase determina “el peso de los granos, la cantidad de granos por vaina, la cantidad de vainas por planta y finalmente cuántos kilos por hectárea cosecha el productor y la calidad que tendrán los granos”.

Productividad. Pastore afirmó que el productor paraguayo accede a un paquete tecnológico de altísimo nivel.

Aun así, advierte que existen desafíos tecnológicos vinculados a la adaptación del cultivo a condiciones extremas. Se requieren “variedades que se adapten mejor a altas temperaturas, como en años en que tuvimos temperaturas muy altas”, y materiales capaces de “adaptarse mejor a la falta de lluvias”.

Aclara que existe trabajo activo en el desarrollo de tecnología adaptada específicamente a Paraguay para enfrentar esas condiciones.

Pastore recuerda que mantener la inversión tecnológica depende de la rentabilidad. “Cuando los resultados no llegan, como sucedió cuatro años seguidos en San Pedro, parte del oeste de Caaguazú, Concepción y algunos sectores de Amambay, la finanza de los productores se resiente, lo que limita la capacidad de invertir”, manifestó.