La campaña de soja 2025/26 avanza con señales alentadoras en las principales zonas productivas del país, impulsada por un escenario climático favorable, buenas implantaciones y expectativas crecientes de rindes que podrían ubicarse por encima del promedio nacional.

En Alto Paraná, uno de los principales polos agrícolas del Paraguay, el productor Marcio Giordani trazó un balance positivo del desarrollo del cultivo y proyectó una cosecha con mejores resultados que en las últimas campañas.

Desde el punto de vista climático, Giordani destacó que el inicio del ciclo fue “maravilloso” hasta comienzos de noviembre, con muy buenas condiciones para la implantación. Si bien existieron momentos de preocupación por el exceso de sol ante pronósticos de lluvias que no se concretaban, aseguró que no se registraron pérdidas significativas y que diciembre trajo nuevamente precipitaciones importantes.

“Avanzamos de una forma mucho mejor que el año pasado. En esta vuelta las lluvias volvieron y siguen marcando buenos pronósticos, incluso hacia Navidad”, señaló en diálogo con Valor Agregado.

En cuanto al estado del cultivo y el potencial productivo, el productor explicó que las bajas temperaturas registradas en septiembre y octubre generaron un alargamiento del ciclo fenológico, lo que retrasará el inicio de la cosecha en relación a otros años. “Antes del 15 de enero muy pocas parcelas van a entrar a trilla. Recién a partir del 18 o 20 de enero empezarían a verse los primeros trabajos”, explicó. Este comportamiento, lejos de ser negativo, podría jugar a favor del rendimiento si se mantiene el actual escenario climático.

Las expectativas de rinde son uno de los puntos más destacados de la campaña. Giordani proyecta producciones superiores al promedio nacional, que suele ubicarse en torno a los 3.200 kilos por hectárea. “Si Dios permite que sigan las lluvias esperadas, creemos que podemos superar esa media. La expectativa es la mejor posible”, afirmó, recordando que el sector viene de varios años de frustraciones productivas que impactaron fuertemente en los resultados económicos.

Desde el punto de vista del negocio, el productor consideró que alcanzar rindes de entre 3.200 y 3.500 kilos permitiría asegurar márgenes positivos, especialmente en un contexto donde los costos de producción se han ajustado a la baja en comparación con campañas anteriores. “Con esos rindes, yo diría que hay una buena ganancia por hectárea”, sostuvo.

En lo que respecta al calendario de cosecha, en la región sur de Alto Paraná los primeros lotes comenzarían a levantarse hacia fines de enero, principalmente aquellos sembrados a fines de agosto. En el caso de las implantaciones de septiembre, el frío extendió el ciclo y retrasará la trilla al menos una semana adicional.

Una zafriña enfocada a la soja en Alto Paraná

La mirada también se proyecta sobre la zafriña, donde las decisiones comienzan a tomar forma. Según Giordani, en su región existe una clara inclinación hacia la soja de segunda frente al maíz. “La soja siempre tiene un menor costo y un menor riesgo. El maíz implica un costo más elevado y un riesgo mayor, además de la incertidumbre por el precio”, explicó. Si bien habrá siembras de maíz, anticipó que no será a gran escala, con productores “sacando el pie del acelerador”.

En Alto Paraná, además, la planificación productiva está fuertemente influenciada por el trigo, lo que refuerza la preferencia por la soja en la zafriña para mantener esquemas más conservadores desde el punto de vista financiero.

Con un clima que acompaña, cultivos bien implantados y expectativas de recuperación tras varias campañas adversas, la soja vuelve a posicionarse como el eje central del negocio agrícola, mientras el productor sigue de cerca cada semana clave que definirá el potencial final de la cosecha.