El sistema de pastoreo racional se posiciona como una herramienta clave para enfrentar los desafíos productivos actuales y futuros. Su implementación, aunque requiere conocimiento y disciplina, trae beneficios contundentes tanto para el ambiente como para la economía del productor.
Gustavo Marín, asesor de proyectos de pastoreo racional, afirmó que el sistema de pastoreo racional es mucho más que una técnica de manejo: es una herramienta clave para regenerar suelos, mejorar la salud del ganado y producir alimentos de alta calidad.
En una entrevista con Valor Agro, indicó que el 2025 como un año atípico y muy favorable para el sector. “Tuvimos un año con muchas lluvias, donde los campos rebosaban de pasto. A eso se sumaron los buenos precios de los animales en pie, y hoy por hoy, el ganadero goza de buena salud, por decirlo así”.
Este escenario, considera, debe ser aprovechado para dar un salto hacia sistemas más eficientes y sostenibles:
“Esta bonanza creo que se va a mantener por un par de años porque el stock bajó. Entonces hay que capitalizarla. Sería bueno invertir en el aprovechamiento eficiente del pasto, como, por ejemplo, el pastoreo racional. Es una manera de restaurar la fertilidad del suelo, que es un tema crítico en muchos productores”, subrayó.
Además, recomienda apuntar a mejorar los indicadores reproductivos. “Hay que acortar el periodo de servicio, cuidar la recría de vaquillas, entorar las más jóvenes y descartar las que no se preñan, para ir seleccionando vacas más productivas”.
Sostuvo que el pastoreo racional basa en cuatro leyes fundamentales, dos centradas en el cuidado del pasto y dos en el bienestar animal, formuladas por el investigador francés André Voisin.
La primera es la Ley del descanso, que plantea que el potrero utilizado hoy no debe volver a usarse hasta que el pasto haya completado su curva de crecimiento.
“Así aprovechamos entre el 80 y 90% del pasto. Es una mejora significativa con solo hacer descansar el suelo”, explica.
La segunda es la Ley de ocupación, que indica que el tiempo que los animales pasan en un potrero debe ser corto, para evitar que consuman el rebrote del pasto.
“Ese rebrote es la parte más vulnerable de la planta. Si se la come en ese momento, se frena todo el ciclo”.
La tercera ley, enfocada en el animal, es la Ley de la ayuda. “Hay que darles el mejor pasto a quienes más lo necesitan: vaquillas, recrías, vacas en lactancia, animales en terminación. Si no se les ayuda, no expresan su potencial”.
Y la cuarta, la Ley de los rendimientos decrecientes, establece que los animales no deben permanecer más de tres días en el mismo potrero.
“Pasado ese tiempo, el rendimiento comienza a caer. Todo esto parece complejo al principio, pero una vez que uno hace los potreros y rota los animales, ve los beneficios: mucho pasto, animales llenos y en buena condición corporal”.
A pesar de parecer complejo al inicio, Marín asegura que su implementación se vuelve rutina. “Una vez que uno hace los potreros y comienza a rotar, ve los beneficios: mucho pasto, animales llenos y con buena condición corporal”.
El impacto del sistema es notorio tanto en los animales como en el suelo. “Con una buena planificación, tenemos animales gordos todo el año. Son animales sanos, bien nutridos, con defensas más altas. Necesitamos menos insumos veterinarios porque su sistema inmune es fuerte”, subrayó.
Además, el bienestar animal es mayor. “Los animales están satisfechos, menos estresados. Incluso pueden soportar cierta carga parasitaria. En cambio, un animal flaco y débil no puede”, alegó.
Este enfoque implica una reducción de costos. “Gastas menos en medicamentos, menos en mano de obra, porque hay menos animales convalecientes que curar”.
Los resultados se ven en poco tiempo. “Al hacer los potreros y dejar descansar, te das cuenta de que tu campo tenía mucho más pasto del que pensabas. A los dos meses ya se nota el potencial forrajero. Más adelante, lo ves en el desarrollo y la condición corporal de los animales”, explicó.
Finalmente, destacó la responsabilidad intergeneracional del modelo regenerativo. “Con el pastoreo racional estamos dejando algo para las próximas generaciones. Los animales son nuestros cosechadores. Convierten el pasto en proteína y grasa de alto valor biológico. Estamos produciendo con respeto a los ciclos naturales y cuidando los recursos”, apuntó.