La ganadería paraguaya cerró el 2025 con uno de los mejores resultados económicos de las últimas décadas, impulsada por precios firmes, una demanda internacional sostenida y mercados estratégicos que ganaron protagonismo. Sin embargo, detrás de este escenario favorable emerge una paradoja que comienza a preocupar al sector, el negocio atraviesa su mejor momento, pero con menos animales disponibles.
En este contexto, el director del Centro Genético Taurus, Manuel Ávila, describió el 2025 como un punto de inflexión. “Fue el mejor año de los últimos siete u ocho años. El precio del gordo y de la reposición se mantuvo alto y faltó hacienda durante gran parte del año”, afirmó. Según explicó, esta combinación permitió al productor recuperar rentabilidad tras varios ciclos adversos y convertir al año en una oportunidad clave para ordenar las finanzas.
Ávila definió este período como “un año para hacer caja”, aunque advirtió que esa bonanza no es uniforme ni permanente. “Son años en los que hay que saber administrar, pagar cuentas atrasadas y prepararse para lo que viene”, señaló. La advertencia no es menor, hoy el sistema productivo muestra señales de fragilidad estructural, con campos disponibles, pero con escasez de animales.
La falta de hacienda explicó, no es un fenómeno exclusivo de Paraguay. A nivel global, mercados como Estados Unidos atraviesan una fuerte caída en su stock bovino, situación que elevó la demanda por carne paraguaya. “El mercado americano es uno de los principales destinos de exportación, incluso superando a Chile, que históricamente fue nuestro principal comprador”, destacó.
De cara al 2026, las perspectivas económicas se mantienen positivas, con expectativas de precios firmes y demanda sostenida. No obstante, el principal desafío estará en la recomposición del hato, un proceso que Ávila calificó como lento y complejo. “Hacer terneros no se logra de la noche a la mañana. Todo indica que el stock va a seguir ajustado”, afirmó.
El problema se origina, en parte, en los años difíciles previos, cuando muchos productores se vieron obligados a vender hembras para sostenerse financieramente. “Vender hembras es como vender parte de la fábrica”, graficó Ávila, al explicar que esa decisión hoy limita la capacidad de respuesta del sector. Alegó que la consecuencia es clara, sobra campo, pero faltan animales.
En este escenario de escasez de hacienda, Ávila subrayó la necesidad de acelerar los procesos productivos, especialmente en la recría y reproducción. “Hay que apurar la producción de las hembras jóvenes, apretar más en la parte reproductiva y en el manejo”, sostuvo.
Actualmente, la escasez impacta de manera diferente según el eslabón de la cadena. Para el invernador, el principal obstáculo es el alto precio de la reposición; para el criador, la falta y el valor elevado de la hembra.
Según explicó, la recomposición del hato requiere decisiones técnicas concretas, ya que la presión seguirá sobre el sector y es clave ser más eficiente. “El desafío es producir más terneros y kilos de carne por hectárea”, sostuvo.
