El año 2025 marcó un punto de inflexión para el sector ganadero, impulsado por un contexto internacional altamente favorable para la carne bovina. Sin embargo, este escenario positivo también puso en evidencia desafíos estructurales que condicionan la capacidad del sector para sostener y profundizar su crecimiento en el mediano plazo, especialmente de cara al 2026.

Así lo indicó el exministro de Agricultura y Ganadería, Marcos Medina en contacto con Valor Agro, quien analizó el desempeño productivo del sector, las expectativas para el próximo año y los principales cuellos de botella que deberán ser abordados para mejorar la eficiencia y la competitividad de la ganadería nacional.

Medina calificó al 2025 como un año positivo para el sector, principalmente por la fuerte demanda internacional de proteína bovina, que impulsó los precios a valores históricos. Explicó que este contexto generó una expectativa favorable a nivel local y estimuló la intención de invertir y aumentar la producción. “Sumando y restando, me parece que ha sido un año positivo”, expresó.

No obstante, advirtió que este escenario también deja planteados varios desafíos que pasarán a formar parte del debate del 2026, entre ellos la evolución de los precios, las expectativas de los productores y las condiciones estructurales del sistema productivo.

De cara al próximo año, el exministro sostuvo que “la tendencia nos muestra de que los precios van a seguir en alza”, lo que funcionará como incentivo para incrementar la inversión y la producción.

Sin embargo, remarcó que el principal desafío será capitalizar este contexto favorable mediante mejoras concretas en productividad. “Quedan grandes desafíos a nivel macro dentro del sector, uno de ellos el aumento de la productividad”, manifestó.

Según Medina, el aumento de la productividad es clave para lograr mayor eficiencia a nivel país, producir más con los mismos recursos y mejorar los ingresos tanto por exportaciones como por el abastecimiento del mercado interno, avanzando hacia un crecimiento sostenible de todo el sector.

Productividad. Uno de los puntos centrales del análisis fue la diferenciación entre la ganadería empresarial tecnificada y la ganadería tradicional o empírica. Medina explicó que la ganadería tecnificada ya presenta indicadores productivos relevantes, pero enfrenta el desafío de seguir incrementando su productividad.

Este aumento, señaló, dependerá directamente de mayores inversiones, las cuales estarán condicionadas por los precios y los márgenes que se vayan registrando dentro de este segmento.

En contraste, Medina indicó que los mayores desafíos se concentran en la ganadería no tecnificada, integrada mayoritariamente por pequeños y medianos productores. “Este segmento presenta una fuerte carencia de asistencia técnica y crediticia, lo que limita seriamente su capacidad productiva”, apuntó.

“Mientras esta ganadería tradicional no mejore sus niveles de productividad, actualmente muy por debajo de los de la ganadería empresarial, no será posible elevar la productividad del hato nacional”, remarcó.

Además, destacó que este segmento es clave para el mercado interno, ya que una mayor producción permitiría incrementar la oferta de carne y mejorar el abastecimiento local.