El uso de hormonas y promotores de crecimiento en la producción de carne bovina vuelve a instalarse en la agenda regional, no como una definición inmediata, sino como un debate pendiente que, según Martín Secco, director del Frigorífico San Jacinto en Uruguay y exCEO global de Marfrig, debería analizarse con mayor profundidad y sin prejuicios.
En diálogo con Valor Agregado Uruguay, Secco planteó que existen varios temas estructurales del sistema productivo uruguayo que merecen ser discutidos con datos, análisis comparativos y mirada estratégica, entre ellos el uso de hormonas, la vacunación sanitaria y los sistemas de producción con animales castrados o enteros.
“Son todos temas que deberían ponerse arriba de la mesa”, afirmó, remarcando que Uruguay cuenta con ámbitos institucionales sólidos para dar esa discusión, como el Instituto Nacional de Carnes (INAC), donde podrían evaluarse impactos productivos, riesgos sanitarios y efectos comerciales.
Desde su experiencia internacional, Secco subrayó que el uso de estas herramientas productivas es una práctica habitual en países competidores de Uruguay en el mercado global de la carne, sin que eso les impida acceder a destinos exigentes ni a consumidores de alto valor.
“A nivel de nuestros competidores son herramientas que se usan y no les impiden el acceso a ningún mercado ni al consumidor”, señaló, planteando que el debate debería basarse en evidencia concreta sobre productividad, eficiencia y posicionamiento comercial, y no en supuestos.
En ese sentido, aclaró que no tiene una postura tomada a favor o en contra de habilitar el uso de hormonas en Uruguay, pero sí considera que el país está en deuda en cuanto a estudiar el tema en profundidad y analizar escenarios posibles.
Naturalidad, segmentación y valor agregado
Uno de los puntos centrales del planteo de Secco fue la necesidad de equilibrar cualquier discusión técnica con el cuidado de la imagen país que Uruguay ha construido a lo largo de los años, basada en la naturalidad, la trazabilidad y la diferenciación.
“Uruguay tiene una imagen de naturalidad excelente, que debemos cuidar y preservar”, afirmó, aunque advirtió que esa fortaleza no debería ser un freno para explorar alternativas productivas segmentadas.
Gracias a su sistema de trazabilidad individual y a la posibilidad de diferenciar por regiones, sistemas o protocolos, Secco entiende que Uruguay podría evaluar esquemas productivos diferenciados, orientados a nichos específicos, sin comprometer su posicionamiento general.
El antecedente del compartimento ovino
Como ejemplo concreto, el ejecutivo recordó el caso del compartimento ovino que permitió a Uruguay exportar carne ovina a Estados Unidos bajo un sistema sanitario específico. Si bien se trata de un volumen reducido, demostró que el país tiene capacidad técnica e institucional para implementar esquemas complejos cuando hay consenso y una oportunidad de mercado clara.
“Se discutió, se implementó y se puede hacer. Es dificultoso, pero hay gente que lo hace, hay quienes entienden que tiene una remuneración adicional, y la industria le encuentra un lugar”, explicó.
Para Secco, ese antecedente demuestra que existen caminos intermedios entre el status quo y los cambios estructurales, y que el debate sobre herramientas productivas como las hormonas debería seguir esa lógica: análisis, segmentación y evaluación económica.
Un debate pendiente en clave estratégica
Lejos de plantear una definición inmediata, Martín Secco propone instalar una discusión madura, técnica y estratégica sobre el uso de hormonas y otras herramientas productivas, entendiendo el contexto global de la carne y los desafíos de competitividad que enfrenta Uruguay.
“No digo que haya que hacer tal cosa, pero sí que es un debe estudiarlo”, resumió, dejando en claro que el futuro del negocio cárnico exige revisar permanentemente los modelos productivos, sin perder identidad, pero tampoco oportunidades.
