El posible aumento del cupo de carne argentina hacia Estados Unidos no tendría impacto en los precios del mercado norteamericano y plantea dudas sobre la capacidad productiva del país para sostener mayores volúmenes, señaló el consultor en comercio internacional Gonzalo Oleggini en diálogo con Valor Agregado Paraguay.
Mientras avanzan las conversaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Argentina sobre un eventual acuerdo comercial bilateral, el foco se posa en la cuota de carne bovina. Washington habría manifestado interés en duplicar o triplicar las compras actuales, aunque en términos globales el impacto sería mínimo para el consumidor estadounidense.
“Estamos hablando de decenas de miles de toneladas —50, 100, 150 mil— en un mercado que consume unas 10 millones de toneladas anuales. Es decir, un 1% o 2%, volúmenes que no mueven la aguja en los precios internos”, explicó Oleggini.
El especialista señaló que la intención política de importar más carne a menor precio busca contener la inflación alimentaria, pero enfrenta la resistencia del poderoso lobby ganadero estadounidense, que presiona al gobierno de Donald Trump para proteger la producción local.
Capacidad limitada de oferta
Más allá del eventual acceso preferencial, el consultor remarcó que Argentina podría no estar en condiciones de abastecer esa mayor demanda. A diferencia de Uruguay o Paraguay, donde la exportación es el destino prioritario, el mercado interno argentino absorbe la mayor parte de la producción.
“El desafío no es solo comercial sino productivo. Argentina destina la mayoría de su carne al consumo doméstico. Triplicar los envíos a Estados Unidos no parece posible en el corto plazo, salvo que redireccione carne de otros destinos, lo que no implica un aumento real de exportaciones”, señaló.
Oleggini agregó que el rodeo argentino se redujo en los últimos años, lo que limita la capacidad de respuesta ante un salto repentino en la demanda.
Un “acuerdo” que no cumple los requisitos internacionales
Respecto al tratado de libre comercio, Oleggini aclaró que lo que se está negociando no configura un acuerdo formal bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
“Para ser considerado un acuerdo de libre comercio deben negociarse al menos el 90% del universo arancelario —entre 10 y 15 mil productos por país—. En este caso se habla de 20 o 30 productos por lado. Es más bien un acuerdo parcial, con reducciones de aranceles puntuales”, explicó.
Según el consultor, Estados Unidos busca eliminar el arancel adicional del 10% que impuso meses atrás para ciertos bienes argentinos, mientras que Argentina ofrecería ingreso libre de aranceles para determinados productos norteamericanos, aprovechando excepciones que había reservado dentro del Mercosur.
“En definitiva, el mayor beneficiado sería Estados Unidos, que volvería al escenario anterior sin el plus arancelario, mientras que Argentina debería abrir su mercado con reducciones a cero en algunos ítems específicos”, apuntó.
Un tablero regional en movimiento
Oleggini también se refirió al vínculo entre Estados Unidos y Brasil, que parecía encaminado a un entendimiento comercial, pero se habría enfriado.
“El paso del tiempo es el peor enemigo de Brasil. Los compradores norteamericanos han empezado a buscar otros proveedores, y cuando eso ocurre es difícil recuperar esos mercados, aún si se reducen los aranceles después”, advirtió.
El consultor destacó que, tanto para Brasil como para Argentina, el timing político y electoral juega un papel clave. En el caso argentino, podrían conocerse anuncios antes de las elecciones del domingo, como parte de un intento de Washington por enviar un gesto favorable al gobierno de Javier Milei.