El Director de Inversora Juramento analizó la tensión comercial entre Estados Unidos y Argentina, el escenario ganadero norteamericano, y los desafíos estructurales de la región para ganar valor con carne tipificada.
Desde Salta, Miguel de Achával regresó recientemente de una gira por Estados Unidos, donde pudo medir el clima entre productores y analistas tras los dichos de Donald Trump sobre importar carne argentina.
“El NCBA está tirando cartas a los congresistas, diciendo que no quieren recibir carne argentina por riesgo sanitario o competencia, pero en realidad, para los volúmenes que maneja EE.UU., no mueve la aguja”, explicó.
El empresario sostuvo que el enojo de los ganaderos norteamericanos es más mediático que económico. “Que Argentina exporte 20, 50 u 80 mil toneladas no les cambia nada. Es más ruido político que impacto de mercado”, afirmó.
Una industria estadounidense en alerta
Achával destacó un dato que suele pasar desapercibido: por primera vez, los productores estadounidenses están preocupados por la rentabilidad de su industria.
“Las plantas frigoríficas están perdiendo mucha plata, y los feedlots ganan entre 200 y 300 dólares por animal, pero con preocupación: la reposición se está comiendo el margen”, indicó.
El feedlot americano sigue fuerte, pero el desafío, dijo, será sostener la eficiencia en un ciclo de precios altos y costos crecientes. “El mercado nunca te regala dinero durante mucho tiempo”, advirtió.
América del Sur: una oportunidad que depende de la carne magra
El analista considera que el escenario es favorable para Sudamérica. “Lo que EE.UU. necesita es carne magra, la que producimos nosotros. Es positiva la oportunidad para Uruguay, Argentina y Paraguay”, remarcó.
Aunque advirtió: “Estados Unidos ya está en el máximo de kilos de novillo por vaca. Ahora necesita más vacas. En Sudamérica, nosotros todavía podemos crecer sin aumentar el stock, solo mejorando la productividad.”
Nuevas reposiciones y genética: el fenómeno “beef on dairy”
Achával reveló un fenómeno en expansión: el cruce entre razas lecheras y de carne. “En Texas vimos tambos de 100.000 vacas, muchas inseminadas con toros Angus. Están encontrando mejor marmoleo y forma de res con este ‘beef on dairy’”, explicó.
“Los feedlots reciben terneros de esos tambos y los sacan gordos al año. Es un insumo nuevo que está cambiando el juego”, agregó.
Un 2026 sin grandes sobresaltos
Finalmente, proyectó un año sin grandes cambios. “No veo un 2026 disruptivo. Todo es bastante previsible: oferta y demanda están equilibradas. Salvo que pase algo externo, como Trump, Putin o el dólar, no habrá sobresaltos”, concluyó.