El 2025 dejó al descubierto una paradoja que preocupa y entusiasma a la vez: mientras el hato nacional continúa en descenso, Paraguay posee uno de los mayores potenciales de crecimiento ganadero de la región.
Con clima favorable, infraestructura en expansión y vastas áreas disponibles, el país podría producir mucho más de lo que actualmente pone en el mercado. Sin embargo, el desafío radica en crear las condiciones para que ese potencial pase del discurso a la realidad, según indicó a Valor Agro Marcos Pereira, integrante de la Comisión Directiva del CEA.
Sostuvo que, Paraguay, con sus extensas áreas de pastura y capacidad productiva aún subutilizada, podría incrementar su stock ganadero de manera significativa.
“Tenemos un potencial muy grande. Podríamos llegar a 15 o 16 millones de cabeza con mucha facilidad con los campos disponibles que tenemos, pero necesitamos previsibilidad en los precios”, señaló.
Este margen de crecimiento convertiría al país en un actor aún más competitivo dentro del mercado internacional, reforzando su posición como proveedor confiable de proteína roja.
A pesar del potencial, el país enfrenta un escenario complejo. La sequía de los últimos años obligó a muchos productores a liquidar hacienda, y el impacto todavía se siente.
Según Pereira, el 35% de la faena actual corresponde a hembras, y bajo porcentaje de preñez lo que evidencia la presión sobre la reproducción y la caída del hato. “Tenemos que trabajar en varias aristas para revertir esto”, expresó.
“Seguimos bajando el hato y probablemente en esta vacunación volvamos a bajar otro poco. La recomposición del hato no es fácil. El productor está muy endeudado y tiene que vender hacienda para cumplir sus compromisos”, alertó.
Clima y forraje a favor
El 2025 marcó un punto de inflexión en términos climáticos. Las lluvias abundantes permitieron recuperar tajamares, mejorar pasturas y recomponer la capacidad de carga en zonas críticas como el Chaco.
Esta mejora abre la puerta para retener más animales y comenzar, lentamente, un proceso de repoblamiento.
“El clima se está acomodando y eso es fundamental. Antes muchos vendían no porque querían, sino porque no tenían agua ni pasto”, explicó.
Sin embargo, subrayó que la recuperación del hato no depende solo del clima, sino que también requiere una estrategia de largo plazo.
La clave: previsibilidad y precios estables
Para que Paraguay pueda dar el salto, los productores necesitan confianza y estabilidad en las reglas del mercado.
“El productor necesita previsibilidad, ante todo. Estamos hablando de ciclos largos, donde uno tiene que saber que va a vender su animal a un precio justo cuando llegue el momento”, remarcó.
La volatilidad actual, especialmente con caídas de precios en momentos clave de salida de novillos de confinamiento, desalienta la inversión y retrasa la retención de vientres.
A pesar de las dificultades coyunturales, Pereira destaca avances significativos como la mejora genética lograda en los últimos años, la profesionalización del manejo, la entrada de nuevas industrias que aumentará la competencia por el ganado, y la consolidación de mercados internacionales firmes.
“Hoy la carne paraguaya compite con las mejores del mundo. El potencial está y las condiciones productivas existen”, resaltó.
Un 2026 decisivo para comenzar a crecer
Con la demanda global de carne en niveles altos y países productores importantes, como Estados Unidos y Australia, mostrando señales de menor stock, Paraguay tiene una oportunidad comercial única. Pero debe llegar con volumen y consistencia.
El país podría iniciar en 2026 un proceso de recomposición más claro si logra alinear precios, finanzas, clima y políticas de previsibilidad.
“Tenemos todo para crecer. Pero necesitamos reglas claras y previsibilidad para que el productor invierta y retenga”, concluyó Pereira.
