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Protocolos sanitarios en confinamiento: la clave para proteger márgenes y eficiencia productiva

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Protocolos sanitarios en confinamiento: la clave para proteger márgenes y eficiencia productiva

En un contexto donde los márgenes del engorde a corral se ajustan por una reposición más cara y valores de venta que han mostrado volatilidad en los últimos meses, la sanidad vuelve a ocupar un lugar central dentro de la ecuación productiva. Lejos de ser un costo accesorio, los protocolos sanitarios en los corrales de engorde se consolidan como una herramienta decisiva para evitar pérdidas económicas y sostener la eficiencia del sistema.

Así lo explicó Andréi Lucatel, médico veterinario e integrante del equipo técnico de Rural Makro – Rural Center, en diálogo con Valor Agregado Paraguay, al analizar el impacto que tiene la sanidad en sistemas intensivos. “Cuando encerramos los animales, la susceptibilidad a las enfermedades es mucho mayor. Por eso es fundamental trabajar con un plan sanitario bien ajustado y adaptado al historial de cada confinamiento”, señaló.

Uno de los principales focos de riesgo dentro de los corrales está dado por las enfermedades respiratorias, consideradas entre las mayores causas de pérdidas productivas. Según detalló Lucatel, en sistemas que no cuentan con protocolos sanitarios adecuados, estas patologías pueden afectar entre el 10 y el 30% de los animales, con niveles de mortalidad que oscilan entre 1 y 5%, además de una caída significativa en la ganancia de peso. “Invertimos en nutrición, infraestructura y manejo, pero si nos olvidamos de la sanidad, estamos jugando nuestra plata”, advirtió.

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A este escenario se suman los disturbios metabólicos, como la acidosis ruminal, que pueden generar una baja de desempeño del orden del 5 al 15%. Estas pérdidas, muchas veces silenciosas, terminan impactando de forma directa sobre el resultado económico del corral, aun cuando no se registren muertes visibles.

La llegada de los animales al sistema es otro momento crítico dentro del esquema sanitario. Lucatel remarcó que aplicar tratamientos inmediatamente después del arribo es un error frecuente. “Muchos animales llegan desde largas distancias, especialmente desde el Chaco, con altos niveles de estrés. Si aplicamos protocolos sanitarios en ese momento, el animal, con el cortisol elevado, no aprovecha nada”, explicó. En ese sentido, recomendó un período previo de adaptación, de entre cinco y siete días, en un espacio tranquilo, para luego recién realizar las intervenciones sanitarias y el ingreso definitivo al confinamiento.

El veterinario destacó además la importancia de contar con información propia del sistema. “Cada confinamiento tiene que tener sus datos. Solo así se puede construir un historial sanitario que permita tomar mejores decisiones”, afirmó. La falta de registros y mediciones sigue siendo una de las principales debilidades del sistema, especialmente si se lo compara con otras realidades productivas de la región. “Solo podemos mejorar lo que medimos. Si no tenemos datos, no sabemos si el problema está en la recría, en la entrada al corral o en el manejo sanitario”, agregó.

El impacto económico de una falla sanitaria no es menor. De acuerdo con la experiencia técnica de Rural Center, una mala gestión de la sanidad puede representar pérdidas de entre el 10 y el 15% de la facturación total del sistema productivo, un porcentaje que puede marcar la diferencia entre un resultado positivo o negativo en un contexto de márgenes ajustados.

Andrey Lucatel, médico veterinario de Rural Makro.

Andrey Lucatel, médico veterinario de Rural Makro.

Otro eje clave es el factor humano. Lucatel subrayó la necesidad de capacitar de forma permanente a los equipos que trabajan a diario con los animales. “Entrenar al personal para identificar rápidamente problemas de casco, enfermedades respiratorias o cambios de comportamiento permite actuar antes, gastar menos en medicamentos y evitar caídas fuertes en el desempeño”, explicó.

Finalmente, el especialista insistió en avanzar hacia una mayor cultura de análisis y diagnóstico, aun cuando el día a día del campo complique su implementación. “Los análisis nos permiten saber dónde estamos parados y qué ajustes necesitamos hacer para completar un plan sanitario integral y reducir al máximo las pérdidas”, concluyó.

En un escenario donde cada kilo producido cuenta, la sanidad en los corrales de engorde deja de ser una variable secundaria para convertirse en una herramienta estratégica. Protocolos bien diseñados, datos propios, manejo del estrés y equipos capacitados son hoy pilares indispensables para proteger la inversión y mejorar la rentabilidad del confinamiento.