La decisión de la Unión Europea de postergar una vez más la firma del acuerdo de libre comercio con el Mercosur volvió a poner en evidencia las profundas dificultades políticas que atraviesa el tratado, luego de más de 25 años de negociaciones.
Desde su rol como especialista en negocios internacionales e integrante de las mesas agrícolas del Mercosur en el tratado, Gonzalo Oleggini fue contundente al describir el momento actual del acuerdo. “La Unión Europea cada día asombra un poquito más. Después de 26 años de negociaciones, volver a patear la firma hacia adelante deja muchas dudas sobre el verdadero interés de cerrar este proceso”, señaló.
Para Oleggini, la posición europea resulta difícil de comprender desde el punto de vista económico. “El impacto sobre la producción agrícola europea es mínimo. En el caso de la carne, se habla de un 2 o 3% de la producción total. Nadie puede pensar seriamente que ese volumen vaya a fundir a un sector entero”, explicó, descartando que el Mercosur represente una amenaza real para los productores del bloque europeo.
El analista puso el foco en los problemas internos de la Unión Europea como el principal factor que explica la falta de avances. Las recientes protestas de productores en Bruselas, con miles de tractores colapsando la ciudad, estuvieron más vinculadas a la discusión sobre la reducción de subsidios agrícolas que al acuerdo con el Mercosur.
“Lo que pasó es que se mezclaron dos discusiones. Por un lado, la posible reducción de ayudas internas a los productores europeos y, por otro, la firma de un acuerdo comercial. Para muchos sectores, fue funcional unir ambos reclamos y ejercer mayor presión política”, analizó Oleggini, agregando que “si un 2% de competencia externa pone en jaque a un sistema productivo, el problema claramente es otro y es interno”.
Un golpe político para Brasil y el Mercosur
La postergación del acuerdo también tiene una fuerte lectura política dentro del Mercosur, especialmente para Brasil, que ejercía la presidencia pro témpore del bloque. “Brasil quería firmar el acuerdo durante su presidencia y no lo va a poder hacer. Para el presidente Lula es un golpe muy fuerte, porque esta era la oportunidad de reposicionarse internacionalmente”, afirmó.
Oleggini remarcó que el tablero hoy está del lado europeo. “El Mercosur hizo todas las movidas posibles y esperaba la jugada final de la Unión Europea, que no se concretó. Ahora es muy difícil que los países del bloque vuelvan a creer en nuevas fechas o promesas”, sostuvo.
En ese contexto, recordó además las declaraciones del propio Lula da Silva, quien había señalado que si el acuerdo no se firmaba en esta instancia, difícilmente se concrete durante su mandato. “Eso deja un panorama de muy poca salida en el corto plazo”, advirtió.
Un acuerdo que perdió peso con el paso del tiempo
Desde el punto de vista comercial, Oleggini explicó que el valor estratégico del acuerdo también se fue diluyendo con los años. La cuota de carne prevista, de unas 99.000 toneladas para todo el Mercosur, quedó desactualizada frente a la realidad actual del comercio internacional.
“Cuando empezó esta negociación, Europa era un mercado clave para la carne del Mercosur. Pero pasaron 25 años y en el medio apareció China, se fortaleció Estados Unidos y la región hoy le vende carne a más de 150 países”, explicó. En ese sentido, consideró que “el acuerdo hoy no movería demasiado la aguja en términos de volumen, aunque sí podría mejorar precios”.
Aun así, subrayó la importancia estratégica de cerrar el tratado. “Los acuerdos comerciales no son una foto fija. Uno firma, mete la cabeza y después sigue negociando. Las cuotas se pueden ampliar con el tiempo. Pero para eso, primero hay que firmar”, remarcó.
Mirada hacia adelante: ¿fin del camino o pausa prolongada?
Con la cumbre del Mercosur marcada por un clima de frustración, el futuro del acuerdo aparece lleno de interrogantes. “El resultado que se esperaba era la firma del acuerdo y eso no pasó”, dijo Oleggini.
Sin embargo, el especialista no descarta que el Mercosur deba replantear su estrategia internacional. “La región hoy tiene mercados abiertos, alternativas comerciales y un peso exportador que hace 25 años no tenía. Eso cambia la ecuación y obliga a pensar el acuerdo con Europa desde otro lugar”, concluyó.
La postergación, lejos de cerrar el capítulo, vuelve a exponer un debate de fondo: si el acuerdo Mercosur–Unión Europea sigue siendo una prioridad estratégica o si quedó atrapado, definitivamente, en las contradicciones políticas internas del viejo continente.
