WASHINGTON-Conforme el gobierno de Barack Obama trabaja para expandir las relaciones económicas con Cuba, se encuentra cada vez más compitiendo por influencia con un viejo conocido: China.
En los 15 meses transcurridos desde que la Casa Blanca se embarcó en el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba -proceso que tendrá su cénit la semana que viene con la visita del presidente Obama-, China intensificó sus esfuerzos para obtener un punto de apoyo en el país. En diciembre comenzaron los vuelos directos entre Beijing y La Habana. El comercio entre ambos países aumentó al menos 57% en 2015, a cerca de US$1.600 millones, según Beijing, y China está liderando la construcción de la infraestructura de Internet en Cuba.
«La influencia china se siente en todos los ámbitos», dice Richard Feinberg, ex diplomático estadounidense y especialista sobre economía cubana de la Universidad de California en San Diego y la Brookings Institution. «Desde el punto de vista de Cuba, siguen siendo paranoicos respecto de Estados Unidos».
China es el segundo socio comercial de Cuba, muy por detrás de Venezuela. Este dato ilustra las limitadas oportunidades de negocios para la mayoría de los países bajo el actual sistema cubano. Las empresas conjuntas e inversiones extranjeras directas procedentes de China son relativamente pequeñas, aunque se prevé que crezcan en los próximos años. La inversión china en la isla se estima en US$460 millones, incluyendo un complejo de lujo para turistas chinos cerca de la Marina Hemingway.
A diferencia de otros lugares donde Washington y Beijing compiten por influencia, la Casa Blanca apuesta a que la conexión cultural entre EE.UU. y Cuba no sólo ayudará a Washington en su rivalidad económica con Beijing, sino también en la batalla por el futuro político de la isla.
Esta dinámica se aprecia en los movimientos de empresas estadounidenses que buscan cerrar acuerdos en la isla antes de la llegada de Obama, como AT&T y el Servicio Postal de EE.UU., que el jueves anunció la reanudación de los envíos a Cuba después de más de 50 años. La mayoría de los avances se han producido en el sector del turismo gracias a los acuerdos que facilitan los movimientos de los estadounidenses en Cuba.
En el sector de telecomunicaciones, en cambio, persisten las tensiones. Obama ha flexibilizado muchas regulaciones y autorizado a las empresas estadounidenses de ese rubro a operar en Cuba, pero La Habana se ha resistido.
En este campo, no obstante, hay oportunidades de futuros negocios para empresas estadounidenses. Esto se debe a que la tecnología apadrinada por el actual sistema planificado de la isla ya es obsoleta, dice Larry Press, profesor de la Universidad Estatal de California en Dominguez Hills y autor del blog «The Internet in Cuba».
«La mayor oportunidad (para las empresas de EE.UU.) no está en el corto plazo», afirma Press. «El Wi-Fi que se está desarrollando (en Cuba) es el Wi-Fi de hoy. La conectividad a los hogares, el DSL del que están hablando, es la conectividad de ayer».
Según funcionarios de EE.UU., Cuba ha respondido con frialdad a las propuestas estadounidenses de telecomunicaciones, incluidas las de Google y otras empresas, diciendo que quieren avanzar en sus propios términos.
«En parte esto es resultado de que históricamente hemos tratado de utilizar las telecomunicaciones como una vía para socavar su gobierno y por lo tanto no confían en nuestro hardware», señala William M. LeoGrande, profesor de gobierno en la Escuela de Asuntos Públicos de la American University, en Washington, y autor de un libro sobre las relaciones entre EE.UU y Cuba.
China ha invertido en Cuba durante varios años, pese a que sus negocios no siempre han sido lucrativos, dice Xu Shicheng, experto en Cuba de la Academia China de Ciencias Sociales.
El embargo de EE.UU. ha dificultado la venta en la región de artículos fabricados por empresas chinas en Cuba, mientras que las normas restrictivas de Cuba a la inversión extranjera han dificultado que las empresas chinas contraten a los trabajadores que ellos quisieran contratar o repatriar dinero a China, dice Xu.
La competencia entre EE.UU. y China en Cuba tiene ramificaciones en el resto de América latina. EE.UU. ha perdido influencia en Argentina, que Obama visitará después de pasar poco menos de tres días en La Habana.
Durante la última década, China intensificó los lazos comerciales y diplomáticos con ese país, que bajo los gobiernos anteriores al actual apoyaron iniciativas de Beijing en contra de intereses de EE.UU.
En 2014, el presidente chino, Xi Jinping, visitó Buenos Aires y se comprometió a prestar US$7.500 millones en momentos en que Argentina no podía recurrir a los mercados de crédito debido a una disputa legal con tenedores de bonos en EE.UU. El Banco de Desarrollo de China acordó prestar a Argentina casi US$5.000 millones para la construcción de dos presas hidroeléctricas en la Patagonia. Una empresa china había ganado una subasta muy criticada en Argentina para ayudar a cons-truir las presas; legisladores de oposición criticaron el acuerdo diciendo que las presas eran innecesarias y demasiado caras. El gobierno de Mauricio Macri analiza esos acuerdos, pero asesores del presidente dicen que es probable que se autorice que sigan adelante para no antagonizar a China.
En noviembre pasado, China y Argentina acordaron construir dos plantas de energía nuclear en este país. El acuerdo de US$15.000 millones sería financiado principalmente por China.
A raíz de la elección de Macri, Obama está tratando de mejorar significativamente las relaciones entre EE.UU y Argentina. Con el tiempo, las políticas del gobierno de Obama en Cuba podrían hacer menos atractivas las inversiones de China en América Latina, dice Jason Marczak, un experto en la región del Atlantic Council.
«Con la apertura hacia Cuba hemos hecho a un lado el velo del imperialismo que muchas veces nos ha confundido, y demostramos que podemos ser realmente socios con el resto de la región», asevera.
Fuente: TWSJ