El Banco Central Europeo lo apostó todo el jueves. Pero a pesar de la batería de medidas que superó las expectativas de los inversores, los mercados cayeron. Las dudas sobre la eficacia de la política monetaria, sin más respaldo, no desaparecerán.
El BCE ha tardado mucho en llegar a este punto. Pero, tanto en lo que se refiere a la profundidad como al alcance, el Banco Central soporta ahora una enorme carga sobre sus hombros.
Aplicó recortes de tipos, rebajando su tasa de referencia a cero y su facilidad de depósito al -0,4%. El BCE también incrementó su programa de compras de activos a 80.000 millones de euros mensuales, y añadió los bonos corporativos a su lista de la compra, lo que significa que ahora está implicado en una amplia franja de los mercados de renta fija de Europa. Y va a lanzar una nueva serie de operaciones de refinanciación a largo plazo para los bancos, la última de las cuales vencerá en 2021, catorce años después del estallido de la crisis financiera.
Las verdaderas novedades son los planes para adquirir bonos corporativos y el nuevo programa de préstamos, que bajo determinadas condiciones lo que hará es pagar a los bancos por pedir dinero al BCE, siempre y cuando den crédito a la economía real. El Banco Central se está centrando en el crédito dentro de sus esfuerzos para aumentar el crecimiento y la inflación. Esto supone un cambio con respecto a una política que anteriormente enfatizaba la divergencia de los tipos de interés y el tipo de cambio como medio de importar inflación a la eurozona.
Pero estos programas pueden no ser un remedio infalible para los problemas de Europa. Las compras del BCE de bonos corporativos emitidos en la eurozona pueden fomentar un aumento de las emisiones en euros de empresas estadounidenses, que han vendido bonos en Europa para financiar medidas favorables para los accionistas como las recompras de acciones. Algunos actores del mercado temen que el BCE pueda agravar los problemas de liquidez de los bonos corporativos. Por su parte, los nuevos planes de financiación condicionados del BCE, pese a su mayor atractivo, dependerán de que los bancos deseen dar crédito, y las compañías de la eurozona solicitarlo.
Los mercados se alegraron inicialmente; el euro cayó, las acciones subieron, los diferenciales de crédito se redujeron y la rentabilidad de los bonos públicos del sur de Europa cayó con fuerza. Pero casi todos estos indicadores se dieron la vuelta durante la rueda de prensa del presidente del BCE, Mario Draghi. Esto fue debido en parte a que el banquero central indicó que los tipos podrían no bajar más -poniendo así límite de forma implícita al margen de maniobra del BCE. A las 17.00 GMT, el euro se revalorizaba un 1,5% frente al dólar, mientras que las Bolsas europeas cerraron un 1,7% a la baja.
Draghi intentó disipar parte de los temores que han expresado los inversores sobre la posibilidad de que la política del Banco Central alcance su límite. El alcance de las medidas del BCE demuestra que los políticos aún tienen opciones. Y Draghi destacó las «sinergias» del paquete del jueves, esperando que ofrezcan mejores resultados trabajando al unísono. El crédito a la banca y las emisiones de bonos corporativos serán barómetros clave a vigilar.
Pero la mala comunicación y la complejidad añadida van en contra del BCE. Aparte de eso, los problemas de crecimiento estructural de Europa persisten, al igual que los riesgos políticos. Hay un límite a lo que el BCE puede hacer.
Fuente: 5Dias