Por el momento el Paraguay rinde vasallaje tecnológico a brasileños y argentinos de investigación en donde se adquiere el material genético para mantener alto el rendimiento de sus rubros estrella. Falta que el Estado cumpla el nexo entre la Universidad y la empresa para impulsar la investigación tecnológica aplicada al desarrollo.
Siempre hemos puesto énfasis, en este espacio editorial, acerca de la necesidad de alentar el factor I+D -investigación para el desarrollo- como una manera de abrir camino hacia nuevos horizontes tecnológicos, que mucho los necesita el país.
Tenemos un ejemplo cercano de lo que implica abrir campo a una asociación entre las universidades que favorecen la investigación científica y las empresas privadas interesadas en aplicar el conocimiento emanado de ese ámbito. Y es Argentina. Según el diario Clarín, el cuadro de las empresas de biotecnología en 2014 era el siguiente: 178 empresas de biotecnología, 25 millones de dólares anuales de inversión, 1.500 personas empleadas en I+D, 650 millones de dólares de facturación total, 320 millones de los cuales provenían de la exportación de productos biotecnológicos. Argentina está empezando a recoger los resultados de una política de apoyo a la investigación científica articulada en plena década de los ‘90 del siglo pasado, un periodo extraordinariamente difícil para ese país. Sin embargo, la decisión de establecer un vínculo sólido entre la Universidad y la empresa privada fue un paso acertado. En esa dirección, se creó la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica a la cual se dotó de recursos técnicos, humanos y financieros, los cuales fueron aplicados en diversas líneas de investigación científica y tecnológica. En un reciente evento realizado en Buenos Aires sobre avances de la biotecnología aplicada a la industria farmacéutica, una alta funcionaria del sector afirmó que “la Argentina viene de una historia en la que la ciencia y las empresas estaban divorciadas” afirmando que el Estado cumple un rol clave para vincular a ambos sectores.
Pero, ¿qué comprende la biotecnología abarcada desde una perspectiva que nos toque de cerca? Mucho. Veamos: salud humana y animal, industria alimenticia, agropecuaria, forestal y biocombustibles, todos subsectores que son de la más absoluta vigencia para el Paraguay, tanto a nivel de necesidades internas (salud, alimentos, combustibles) como de áreas destinadas a consolidar la producción de saldos exportables.
Dice la Cámara Argentina de Biotecnología: “La biotecnología aplicada a la genética vegetal permitirá aumentar la productividad de los cultivos para mantener el liderazgo mundial en la producción y exportación de proteínas”. Por el momento el Paraguay, que es cuarto exportador mundial de soja y derivados, sexto de maíz y décimo de trigo, rinde vasallaje tecnológico a centros brasileños y argentinos de investigación en donde se adquiere el material genético de avanzada para mantener alto el rendimiento de sus rubros estrella de exportación.
En el Paraguay falta que el Estado cumpla el nexo entre la Universidad y la empresa privada con el fin de impulsar la investigación tecnológica aplicada al desarrollo. Es un paso fundamental que se proyectará hacia las próximas décadas.
Fuente: 5Dias