Luego de varios períodos en los que los proyectos de modificaciones que ayuden a hacer más justo el sistema tributario pasaran casi desapercibidos por el Congreso Nacional, el actual parece al fin un momento propicio para que varios tributos bastante olvidados se concreten al fin.
Luego de varios períodos en los que los proyectos de modificaciones que ayuden a hacer más justo el sistema tributario pasaran casi desapercibidos por el Congreso Nacional, el actual parece al fin un momento propicio para que varios tributos bastante olvidados se concreten al fin.
El caso del agro es el más claro para demostrar la necesidad de un cambio, ya que a pesar de ser el principal rubro de la economía local su aporte es bastante exiguo.
Lo anterior lleva a que los demás sectores, con menor nivel de producción, deban cargar con un mayor peso tributario en sus espaldas.
Esta afirmación se vuelve clara no solamente al considerar los números globales, sino también al hacer una comparación en términos relativos.
Considerando los datos sobre el volumen de aportes y de la cantidad de empresas aportantes por tipo de impuesto que publica la SET se puede ver que -en promedio- las empresas comerciales, industriales y de servicios pagan 3 veces más que las agrícolas.
Mientras que el promedio de aporte al Fisco de las firmas sujetas al Iracis supera los G. 18 millones por año el de aquellas alcanzadas por el Iragro apenas llega a los G. 6 millones.
Este dato es apenas uno más a la hora de sustentar la necesidad imperiosa de revisar un sistema tributario altamente regresivo, en medio de una economía con altos índices de desigualdad.
POBRES MÁS AFECTADOS
Además de privilegiar a uno de los sectores que más ingresos genera en el país, el actual sistema tributario también plantea una carga más pesada para aquellas personas de menos recursos, ya que en el país son más importantes los impuestos indirectos.
Pero, ¿por qué son más afectados los pobres si la tasa del IVA (y otros impuestos indirectos) es la misma sin importar la clase social? Simplemente porque mientras mayores son los ingresos se vuelve menor el porcentaje del mismo que consumen –y por ende es menor el porcentaje de base por el que tributan– y viceversa.
Así, una persona de escasos recursos gasta prácticamente el 100% de sus ingresos (y a veces más) para costear sus gastos y los de su familia, mientras que una persona de ingresos elevados gasta –por ejemplo– el 80%.
Si se le aplica la tasa del 10% que corresponde al IVA a ambos casos, se podrá ver que los pobres destinan el 10% de sus ingresos solamente a pagar impuestos, mientras que la persona de ingresos altos mencionada en el ejemplo solamente el 8%, con lo que la presión tributaria es mayor en aquel que menos tiene.
Fuente: 5 días