No es ocioso señalar que los pronósticos, a causa de las potenciales pérdidas durante el tercer año seguido de seca -más aguda que en los dos anteriores- eran considerablemente más pesimistas, tesis que siempre hemos puesto en duda, dada la masiva adopción de tecnologías para afrontar la crisis.

La experiencia muestra que los efectos de situaciones climáticas extremas tienden a magnificarse. Lo que no significa que nos resulte ajena la angustia atravesada por la mayoría de los ganaderos. (Valor Carne)