El veterinario Guillermo Mattioli explicó cómo el estrés impacta negativamente en el crecimiento y rendimiento de los animales, convirtiéndose en un obstáculo para la productividad. Sostuvo la importancia de reducir el estrés y optimizar el uso de tecnologías en los sistemas productivos sin aumentar los costos, destacando que la asesoría especializada y el trabajo en equipo son esenciales para mejorar el rendimiento y asegurar la rentabilidad en un contexto de crecientes demanda de bienestar animal y sostenibilidad.
Refirió que el estrés es un freno a la producción, si bien el negocio busca “acelerar” el crecimiento del animal, el estrés actúa como un freno que limita este avance.
Mattioli también señaló que los animales desarrollan mecanismos de defensa que evitan una sobreexplotación en su producción. Al adquirir genética de alto rendimiento, se obtiene un potencial productivo, pero se aplica una especie de “freno de mano” que limita ese potencial para asegurar la supervivencia del animal. “Si logramos que nuestros animales no solo sobrevivan, sino que estén en condiciones óptimas, la producción aumenta”, afirmó.
Durante el Congreso del CEA, surgieron inquietudes sobre la implementación de tecnologías en los sistemas productivos. Aunque estas innovaciones prometen la productividad, logrando un mayor rendimiento de carne por hectárea, también requieren una inversión significativa en un mercado que no siempre facilita ese gasto adicional. En este contexto, Mattioli fue consultado sobre si un manejo estratégico podría ser una herramienta clave para optimizar la producción sin costos excesivos.
Al respecto, mencionó que existen dos factores principales: por un lado, reducir el estrés y, por otro, comprender que no toda la tecnología disponible es viable o necesaria. “No se puede aplicar toda la tecnología porque es demasiado cara; Hay que seleccionar con criterio. Me parece que en los sistemas productivos hemos dejado el control en manos de personas con demasiada responsabilidad, y es vital aprender a delegar y trabajar en equipo”, indicó.
Mattioli advirtió sobre los riesgos de tomar decisiones apresuradas al adoptar tecnologías o estrategias sin una evaluación adecuada de los costos. Afirmó que esto no debe ser una tarea solitaria; contar con el apoyo de expertos es fundamental para evitar el estrés del productor y un enfoque unipersonal que pueda ser contraproducente.
En cuanto a la amplia oferta de productos de nutrición, genética y sanidad, comentó que esto puede llevar al productor a excederse en su planificación estratégica. “Esto ocurre constantemente porque no siempre se tiene claro lo que se necesita”, señaló.
Añadió que: “El productor debería adquirir solo lo que necesita para el momento actual. Antes de comprar, es necesario asesorarse para tener claro el objetivo. El proceso de producir en el campo es como el arte de cocinar: primero hay que decidir el plato, y luego comprar los ingredientes necesarios”.
Respecto a la incorporación de conceptos de bienestar animal dentro de la producción, y cómo estos empiezan a ser barreras comerciales en algunos mercados, comparables al manejo de la fiebre aftosa o el impacto medioambiental, precisamente que este panorama puede ser una amenaza o una oportunidad. Agregó que, cuando un país es líder exportador, cualquier restricción puede ser un obstáculo, pero para países en desarrollo como Paraguay, que está creciendo a gran velocidad, esto representa una oportunidad.
“En Paraguay, el sistema es vigoroso y pujante. Creo que es una oportunidad porque la única amenaza real es no crecer. En esta etapa de desarrollo, debemos ver estos retos como oportunidades, no como riesgos”, concluyó.