En un escenario agropecuario donde la incertidumbre climática es una constante, la producción productiva, un concepto de trabajo presentado por Granusa, emerge como la estrategia fundamental para la rentabilidad y sostenibilidad del sector ganadero.
El director de Granusa, César Borba, remarcó a Valor Agro la necesidad de una planificación anticipada y una inversión estratégica que permitan al productor independizarse de las variaciones del clima, asegurando tanto la productividad como la reducción de costos.
Borba definió a la producción productiva como un modelo donde la planificación es el eje central, buscando “producir lo necesario sin depender de las condiciones climáticas”, aseguró.
Y reafirmó: “El objetivo es alcanzar metas de producción específicas, como lograr 10.000 terneros al año, tanto en momentos de sequía como de buenas pasturas, garantizando así la rentabilidad del negocio”, continuó Borba.
El especialista destacó varios beneficios claros:
– Independencia climática: se reduce la vulnerabilidad ante eventos extremos como sequías o inundaciones.
– Rentabilidad sostenida: la planificación y la inversión estratégica aseguran una producción constante y predecible.
– Optimización de costos: al producir los insumos necesarios en el establecimiento, se evitan los sobrecostos de adquisición externa.
– Mejora de la productividad: se optimiza el uso de los recursos y se logra una mayor eficiencia en la cría y recría.
Según Borba, la evaluación de este modelo productivo debe realizarse con una visión a largo plazo: “La planificación debe abarcar un período mínimo de tres a cinco años, con una proyección a diez años”.

César Borba, director de Granusa.
Indicó que esta perspectiva permite al productor anticiparse a las necesidades y diseñar un proyecto que garantice la producción de alimentos, principalmente forrajes, con uno o dos años de anticipación.
“En años como el 2021 y 2022 que no se logró realizar una reserva, ahora, que hay lluvia, se debe aprovechar a realizarla, principalmente fibra, ya que es lo más caro”, declaró Borba, haciendo hincapié en la importancia de aprovechar los momentos favorables para la cosecha y el acopio.
El Director de Granusa sostiene que la situación actual del mercado “incentiva al productor a invertir”, y consideró que “cualquier empresa puede lograrlo sin importar el tamaño de las producciones, ya que siguen invirtiendo”.
Un ejemplo claro de la rentabilidad de la planificación, según Borba, se observa en la preparación para el invierno. Mientras antes se hablaba de 1 o 2 fardos por vaca para subsistir, hoy se estima una necesidad de hasta 4 fardos por vaca para enfrentar una crisis invernal sin pastura.
Si el productor planifica y produce esta cantidad en su establecimiento, el costo aproximado sería de G. 70.000 a G. 80.000 por fardo, totalizando unos G. 320.000 por animal. Sin embargo, si no hay planificación y se debe adquirir los fardos externamente, los precios pueden dispararse desde G. 180.000 hasta G. 300.000 o G. 400.000 por fardo en épocas de crisis, elevando el costo total por animal a entre G. 1.200.000 y G. 1.600.000.
“Si no se planifica, le cuesta caro al productor”, sentenció Borba.
“El estado corporal de la vaca es la principal estrategia de cría”, agregó. En el Chaco, en palabras de Borba, el costo anual de una vaca oscila entre G. 1.000.000 y G. 1.500.000; si el porcentaje de preñez es bajo, por ejemplo del 60%, el costo del ternero aumenta significativamente. Borba explicó que, si se considera G. 1.000.000 por vaca, un 60% de preñez implica un costo de G. 1.600.000 más el ternero, lo que encarece la producción.
La inversión para asegurar una preñez del 85% al 90% abarata el costo del ternero. En contraste, una vaca sin preñez, durante un año, puede elevar su costo a G. 2.000.000 o G. 3.000.000 sin generar producción. “Conviene realizar una inversión asegurando un ternero por cada vaca, esa es la clave”, subrayó Borba.
En la recría, como otro ejemplo, dijo que el costo de mantener una vaquilla es de aproximadamente G. 500.000 a G. 700.000, dijo. Si se prolonga por dos años, el costo asciende a G. 1.400.000.
El Director de Granusa destacó que “la gente no se ve afectada por estos números, ya que, no salen de su bolsillo, pero sale del animal que no produce”. Al adelantar la preñez de la vaquilla a los 15 meses, el productor se ahorra un año de mantenimiento en el campo, invirtiendo menos de G. 700.000. “Si se preña vaquillas de cabecera, significa mejor potencial de terneros y bajo costo de producción”, subrayó, lo que se traduce en una mayor producción de terneros por hembra, reducción de costos, mejora de la productividad y un mayor retorno de capital.
El Dr. Borba concluyó que la planificación es inherentemente rentable: “Todo lo que planificamos para el productor, gracias a lo que ofrecemos, le sale rentable”.
Si bien los meses de noviembre y diciembre suelen ser el momento ideal para planificar el año siguiente, las recientes sequías y lluvias intensas impidieron la cosecha, aseguró. Por lo tanto, “hoy es momento oportuno de cosechar y realizar reserva de alimento, observando que el animal mantenga un buen estado corporal”, recalcó.
La clave para Borba “reside en el estado corporal de la vaca, si el productor logra mantenerla, preñará con éxito y en un corto periodo de tiempo, si no, no preñará, el tiempo será mayor y el costo que tendrá será elevado”.
Los números lo demuestran, dijo: “Con una planificación correcta, el costo de producir un ternero al año sería de G. 500.000 en el peor de los casos. Sin embargo, la falta de planificación eleva ese costo entre G. 1.500.000 y G. 1.800.000”.
“Allí se encuentra la importancia de realizar una producción productiva”, finalizó.