Cuando asumió, el actual ministro de Obras Públicas anunció un plan de inversiones de US$ 10.000 millones hace 30 meses. El comienzo de las obras en un tonto viaducto de US$ 20 millones fue anunciado por lo menos seis veces y nada se ha movido. La última excusa para postergar el arranque es Semana Santa. Patético. El BCP debe rever su política monetaria, favorecer el abaratamiento del crédito para inyectar oxígeno vital en la economica
Según el documento Expectativas de Variables Económicas correspondiente a marzo de este año, el Banco Central del Paraguay va llevar su tasa de política monetaria al 6,25 por ciento probablemente después de junio. Eso significa que cuando el BCP salga a la plaza financiera a colocar sus instrumentos de regulación monetaria, estará pagando un cuarto de punto porcentual más por el dinero que los bancos e intermediarios financieros diversos reciban por esos documentos.
Esto evidencia que el BCP no piensa modificar su política monetaria que hasta ahora ha sido la de mantener caro el crédito y alentar la compra de sus documentos de regulación. ¿Qué otra inversión puede asegurar, en el Paraguay, un 6,25% de renta con tal grado de seguridad, elasticidad en los plazos y canje inmediato una vez cumplido el término de cada letra?. Todos los bancos, según el volumen de sus activos y con liquidez suficiente, aman este tipo de transacciones porque reducen el riesgo a cero y protegen su inversión contra la acción de la inflación. De hecho, como permanentemente lo proclama el BCP en sus documentos y declaraciones de directivos, su tasa de política monetaria está “anclada a las metas de inflación”, lo cual proclama cuál es el principal objetivo de tal política.
Pese a esta miope –o por lo menos equivocada- estrategia del ente regulador bancario, parte de la banca comercial de plaza insiste en ofrecer productos financieros atractivos para una economía que por segundo año consecutivo se encuentra aquejada de lo que podríamos denominar el “síndrome de la cautela”, un conjunto de síntomas que desemboca en el adormecimiento fatal del músculo inversor y productivo. Sus ejecutivos de cuenta se desviven por captar clientela pero, hechas las cuentas, mucha gente prefiere tascar el freno, congelar su capacidad de endeudamiento y esperar tiempos mejores. En estos días comentábamos que el Estado tiene maniatados por lo menos US$ 2.200 millones en sólo cuatro obras públicas cuya ejecución, en un plazo de 24 meses, produciría un efecto estimulador en la economía general. Pero entre un Poder Ejecutivo timorato y flojo de liderazgo y un BCP aquejado de “horror a la inflación”, no es posible entusiasmar a actores económicos que no ven la reactivación por ninguna parte. ¿A quién se le ocurriría, por ejemplo, invertir en un delivery de comidas rápidas para trabajadores de la construcción si no se mueve nada?. Cuando asumió, el actual ministro de Obras Públicas anunció un plan de inversiones de US$ 10.000 millones… hace 30 meses. El comienzo de las obras en un tonto viaducto de US$ 20 millones fue anunciado por lo menos seis veces y nada se ha movido. La última excusa para postergar el arranque es… Semana Santa. Patético.
El BCP debe rever su política monetaria, favorecer el abaratamiento del crédito para inyectar oxígeno vital en la economía. ¡Ah!… y el Poder Ejecutivo, dejar la siesta para más adelante.
Fuente: 5Dias