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La leyenda del algodón egipcio

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La leyenda del algodón egipcio

La noticia procede de Estados Unidos a través de The Wall Street Journal. Tras titular que “sus sábanas tal vez no sean de algodón egipcio”, el cotidiano neoyorquino se dirige directamente al consumidor y le anuncia que “las grandes cadenas minoristas investigan si un proveedor indio de textiles les ha vendido falsificaciones”.

El tema no es menor. La calidad de la ropa de cama y de baño, en el exigente mercado norteamericano, descansó siempre sobre la leyenda del algodón egipcio suministrado por la transnacional  Welspun India Ltd. que el último año vendió a su clientela yanqui por valor de US$ 898 millones. Eventos como el torneo de tenis de Wimbledon y la Copa Mundial de Rugby figuran entre los clientes estrella que consolidan la fama del producto. Pues bien, todo eso se ha ido por el sumidero al crecer la sospecha de que han estado comprando falsificaciones.

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Los paraguayos sabemos muy bien lo que significa jugar con una marca y licuar su prestigio en los mercados internacionales. Nos ocurrió hacia mediados de la década de los ’90, en gran medida por miopía y simple torpeza de la dirigencia política de entonces. Teníamos un algodón que se equiparaba al egipcio en longitud, suavidad y resistencia de la fibra, llegando a alcanzar incluso una cotización propia en mercados de alta competitividad como Chicago. En base a variedades propias como la Reba B-50 y la P-279, el Paraguay llegó a cubrir más de 500.000 hectáreas del cultivo con peso en los mercados internacionales y una participación considerable en el Producto Interno Bruto. Con un valor añadido: era el cultivo con el mayor índice de redistribución de riqueza, ya que se practicaba en unas 260.000 fincas familiares. Todo eso fue malogrado. Paraguay desapareció de las tablas internacionales como referente algodonero y hoy ocupa su lugar, por ejemplo, el algodón peruano PIMA “de extraordinarias características de longitud, finura y suavidad de su fibra, cosechado a mano, permitiendo en esta forma separar las calidades” como reporta un portal algodonero de Perú.

Es probable que el algodón vuelva, en el futuro, a los gráficos de producción en el Paraguay. Pero es muy posible que ya no tenga las cualidades que lo hicieron famoso en los mercados internacionales ni genere el “efecto derrame” que tuvo hace 20 años. Volverá de la mano del algodón genéticamente modificado, resistente a las plagas, pero será un cultivo mecanizado y reducido a un núcleo de productores que hablarán otro idioma tecnológico. No será codiciado por los mercados exquisitos que demandan ropa blanca de alta calidad ni por los suministradores de ajuares para tenistas y rugbiers de las “grandes ligas”. Será un commodity más, que aportará sin duda un renglón nada despreciable en las tablas de exportación para dentro de una década. Aquel universo de agricultores que se beneficiaba del “oro blanco” tendrá que conformarse con plantar sésamo, chía o sucedáneos por el estilo. Una lástima.

Fuente: 5Dias