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Nutrihuevos: La historia del inmigrante que triunfó en Paraguay

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Nutrihuevos: La historia del inmigrante que triunfó en Paraguay

“Este negocio lo fundó mi padre a principios de los años 70, él llegó con la primera camada de inmigrantes coreanos aquí en el Paraguay hace 51 años”, así iniciaba Gustavo Koo el relato de la historia de su familia, que en aquel entonces llegaba al país para quedarse y crear hoy una de las empresas más grandes del rubro avícola, Las Tacuaras SA, con su marca Nutrihuevos.

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En 1970 Antonio Koo, padre de Gustavo, decide incursionar en el rubro avícola, alquiló un tinglado en la ciudad de San Lorenzo y empezó a producir.

Tras la entrada de una enfermedad aviar en el país, Antonio perdió la totalidad de su producción, llevando a la quiebra el emprendimiento iniciado.

Migra a Brasil en busca de un mejor comienzo, pero retornó por tierra guaraní y compró a crédito una granja con lote completo de aves ponedoras para volver al rubro avícola

“Mi padre siempre decía que este negocio avícola termina con él, no quería que ninguno de los hijos continúe con ese negocio, quería que los 4 hijos tengamos un título universitario y que trabajemos en otra cosa”.

“Jamás pensamos que íbamos a volver a Paraguay, en mi caso estudié arquitectura y ya ingresé al mundo de las corporaciones de Estados Unidos”.

EL CAMBIO DE PLANES

Cada verano, Gustavo, el hijo mayor, venía a pasar las vacaciones en Paraguay. En el año 1995 hubo una epidemia de cólera en el país, al lado de la granja funcionaba una fábrica de agua mineral, al notar que la empresa no daba abasto con la demanda existente en el país a causa del cólera, Antonio Koo quería incursionar en el negocio del agua mineral, pero no se animó a hacerlo solo, entonces llama a uno de sus hijos para que retornaran al país para iniciar el negocio.

“Como yo soy el hijo mayor, voy a dejar todo lo que tengo aquí para ir a ayudarte, ya tenía mi vida en Estados Unidos, tuve mucho miedo, porque yo sabía a lo que volvía, pero sentí que tenía una obligación con mi padre”, señaló Gustavo.

En noviembre de 1995, Koo retornó al país para ayudar a su padre a incursionar en el negocio del agua, pero grande fue la sorpresa al aparecer, al mismo tiempo, dos marcas que explotarían el momento de alta demanda del producto en el país.

“Dijimos que con estos dos no íbamos a poder competir y desistimos, como yo ya me vine de Estados Unidos no tenía intención de volver y en el negocio de papá no podíamos seguir”.

Y entre los viajes de su padre, Gustavo iba interiorizándose en el emprendimiento, haciendo algunos cambios. “En el año 97 se da la oportunidad de comprar un terreno en el distrito de Villeta, de 46 hectáreas”.

El tiempo corrió y las ideas también, el padre de Gustavo había descartado la posibilidad de acrecentar la empresa y dejar a cargo a su hijo, pero la oportunidad no se hizo esperar, al comprar el terreno llegó el momento en el que aparece la conversación en donde el tema de “si vos querés seguir el negocio avícola, hagamos algo pero totalmente automatizado”, y así el inicio de la segunda generación en el rubro comenzaba a florecer.

UN RUBRO DE MUCHO VALOR

El mundo demostró a Gustavo Koo que el negocio avícola era más grande de lo que se imaginaba y que el manejo de los animales para producción había cambiado. “Me abrió los ojos y me di cuenta de que esto tenía mucho potencial, me di cuenta de que si queríamos podíamos llegar a ser una industria”.

Con la idea puesta en marcha y con la falta de más personas que acompañen el emprendimiento, Gustavo llamó a sus hermanos a integrarse y así lo hicieron.

LA SEGUNDA GENERACIÓN

“Recuerdo que algunos de nuestros colegas nos decían que estábamos locos, cómo íbamos a invertir tanto dinero”, relataba Gustavo al referirse al inicio de aquellos galpones totalmente automatizados, que albergaron en su inicio a 100 mil aves en fase de producción y 100 mil en fase de cría, nadie podía creer que llegarían a ser una de las más grandes empresas del rubro en el país.

DIFICULTADES PARA LA NUEVA GENERACIÓN

“En un momento dado casi quebramos, en el año 1999- 2000 arrancamos esto con préstamos bancarios de bancos internacionales que tuvieron miedo por el quiebre de otras empresas avícolas de otro país”, comentó al referirse al momento que afectó a su empresa una razón de otro país, pero del mismo rubro.

“Fueron momentos así de 4 a 5 años en donde tuvimos mucha austeridad, eso fue una lección grande para nosotros los nuevos directores”.

LA EVOLUCIÓN

“Fuimos los primeros en introducir alta tecnología en el país, nos fue muy bien en el negocio, porque hoy día ya tenemos 1 millón de aves en fase de producción, 400 mil en fase de cría, una producción de 55 mil docenas”.

La empresa, que en sus inicios fue unipersonal, en el año 2000 pasó a ser una sociedad anónima, pasando a manos de 5 miembros de la familia Koo. “Durante los primeros 10 años papá nos acompañaba en la empresa, si bien hoy no tiene un cargo activo, todo lo que conocemos aprendimos de él”.

El negocio iba creciendo, profesionales en el rubro fueron incorporados para profesionalizar la empresa, haciendo esto posible la diversificación del negocio.

RESPONSABILIDAD SOCIAL

Luego de la crisis por la que pasó la empresa, Antonio Koo dijo a sus hijos que quería retribuir de alguna manera a la sociedad y los reúne para destinar cierta suma, ya sea para salud o educación, un país en donde su pueblo no está educado, no tiene oportunidad de progresar y así lo cree la familia Koo, y apoyó en el ámbito retribuyendo con la adopción de una escuela pública cerca de la planta de Villeta y la transforma dándole todo lo necesario para albergar a los niños de la zona con una estructura de primer nivel y equipamientos para los estudiantes.

“Esto de ser socialmente como empresas lo iniciamos hace 7 años atrás, adoptamos una escuela pública y hoy parece una privada, tiene mobiliarios nuevos, sala de informática, laboratorio de química y mucho más”.

MANEJO DE LA SA

Antonio Koo y su esposa, Susana Koo, continúan siendo presidente y vicepresidenta, respectivamente, pero sólo acuden a las asambleas anuales y a la toma de las grandes decisiones de la empresa.

Gustavo y sus hermanos Adolfo y Alfredo se encuentran a cargo de la gerencia de la empresa, Gustavo, el hermano mayor, es gerente general de Las Tacuaras SA, es el hombre que dejó de lado una carrera, una vida, un futuro en los Estados Unidos por forjar un emprendimiento en el país.

EL BUEN MANEJO, LOS BUENOS FRUTOS

La empresa posee una producción promedio de 55 a 65 mil docenas de huevos diarios y cuenta con 250 colaboradores.

Hoy Las Tacuaras SA cuenta con el Complejo Avícola Don Antonio en la zona de Villeta y la planta de distribución en San Lorenzo, es decir, aquella granja modesta que albergó a la familia Koo hoy es una de las empresas más grandes del rubro avícola.

Fuente: 5Días