La ciudad de Munich maneja 2.590 hectáreas con fines productivos, medioambientales y didácticos.
Hace 20 años el gobierno de la ciudad de Munich, ubicada al sur de Alemania, percibió que su población aumentaba en 22 mil habitantes por año y que se quedaba sin campos libres para la producción. Fue entonces que tomó la decisión de comprar predios en los alrededores e incluso dentro de la ciudad. Actualmente el gobierno cuenta con 10 establecimientos que suman 2.590 hectáreas productivas, donde 1.600 se dedican a cultivos de granos, forrajeros y hortícolas, pero también se realiza ganadería y cuentan con una planta de bioenergía que es alimentada de los efluentes ganaderos y de los desechos de los cultivos.
Además del interés por autoabastecerse de alimentos, se quisieron crear espacios verdes para mantener el equilibrio ecológico y medioambiental, y además espacios recreativos y didácticos. La participación de los ciudadanos de Munich en las actividades productivas de esos predios es importante, muchos de ellos colaboran en el momento de la cosecha de papas, por ejemplo.
Los alemanes están convencidos que la producción agrícola en el futuro será “impagable”, según comentó el encargado de Gut Karlshof, como se denomina el predio del gobierno de Munich, al recibir la visita de 44 periodistas de todo el mundo, donde estuvo El Observador.
El valor de una hectárea productiva en esa región del mundo es sorprendente: cotiza entre 80.000 y 150.000 euros, cuanto más cerca de la ciudad esté más elevado es ese precio.
Allí la producción ganadera se hace de forma estabulada, con 500 terneros de la raza alemana Fleckvieh que son comprados al destete, pesando 220 kilos, a un precio por cabeza que se ubica en alrededor de 900 euros (unos US$ 980). Los animales son castrados y se los alimenta durante 12 a 15 meses con maíz no transgénico, colza y fardos, hasta que llegan a pesar entre 650 y 700 kilos, sin el uso de anabólicos ni antibióticos. Los novillos gordos se venden a un abasto local a unos 1.500 euros (unos US$ 1.630) por cabeza y no se invernan hembras.
Otro aspecto interesante del proyecto es que alquilan pequeñas parcelas de 30 metros cuadrados, ya sembradas, a los ciudadanos que se encargan de cuidarlas y cosecharlas para después consumir esos productos. El costo de ese alquiler es de 65 euros al año (US$ 71).
En cuanto a la producción agrícola, en los cereales se logra un rendimiento promedio de 7.000 kilos por hectárea, en maíz de 9.000 kilos por hectárea y en papas entre 40 mil y 50 mil kilos por hectárea. Los cultivos se realizan sin riego y no son genéticamente modificados. El maíz se cosecha con 35% de humedad y se lo seca en un silo propio, con capacidad de secado de 25 toneladas, para bajarle la humedad a 14%.
En Gut Karlshof se utilizan solo fertilizantes orgánicos y el proyecto le deja a la ciudad una ganancia del entorno de 200 mil euros al año. Considerando los costos de producción y el capital que manejan no se trata de una ganancia tan importante, pero no es una alta rentabilidad su objetivo final sino los que se detallaron al principio.
Muchas de las ciudades alemanas tienen predios productivos, pero ninguna lo hace de una forma tan intensiva como Munich.
Bioenergía
El establecimiento agropecuario del gobierno de Munich también se dedica a la producción de bioenergía. La planta se alimenta con los efluentes del ganado y con los desechos de la producción agrícola. Allí se producen 590 kw de electricidad para la ciudad. El fermentador es de 1.800 metros cúbicos, se lo alimenta con materia prima 40 veces al día y cuenta con almacenaje de gas en el techo, que se lo puede utilizar hasta por 20 horas. El abono fermentado se aplica al año siguiente en el campo. Para producir 15 mil kw de corriente eléctrica la planta insume 17 toneladas de maíz, seis toneladas de desechos agrícolas, seis toneladas de estiércol y 19 toneladas de líquido.
Fuente: Agro – El Observador.