Además de conseguirse una nueva plaza para un producto de alto conocimiento, el éxito puede ser aprovechado para relanzar las negociaciones con miras a lograr la habilitación de las carnes locales.
En enero de 2015, en Corea del Sur surgió la necesidad de diversificar las fuentes de aprovisionamiento de la vacuna, ya que la que se utilizaba resultaba ineficaz para controlar los brotes recurrentes que padecían, especialmente en porcinos.
A partir de entonces, en una acción concertada entre el laboratorio, la Subsecretaría de Ganadería de la Nación, el Senasa, la Consejería Agrícola en Beijing y la Embajada Argentina en Seúl se accionó para cumplimentar los requisitos de la autoridad coreana. Además, los funcionarios argentinos le ofrecieron a sus pares asiáticos cooperar aportando la experiencia local para el diseño de un plan integral de lucha contra la enfermedad.
Las autoridades de Corea del Sur ya solicitaron un envío de emergencia de 2,6 millones de dosis ya que, en lo que va de 2016, se reportaron nueve brotes de aftosas y fue necesario sacrificar 30.000 cerdos.
La otra autorización
En opinión de Valor Carne, este logro es mucho más importante de lo representa a simple vista. No sólo se consigue una nueva plaza para un producto de muy alto valor agregado argentino, sino que esto puede ser utilizado como argumento para el relanzamiento de las negociaciones que permitan alcanzar la habilitación sanitaria coreana para el ingreso de carnes argentinas.
Corea del Sur tiene un esquema en el que no autoriza la importación desde países libres de aftosa que vacunan, algo que no está alineado con las normas de comercio internacional que dicta la OIE. Ni siquiera las autorizó mientras la Argentina fue país libre sin vacunación (1999-2001).
El avance técnico-comercial-diplomático logrado con la vacuna antiaftosa, sumado al antecedente uruguayo que recientemente consiguió la habilitación para sus carnes, puede facilitar la ansiada apertura del mercado surcoreano.
Fuente: Valor Carne