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Hay otro mundo, después de las hidroeléctricas

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Hay otro mundo, después de las hidroeléctricas

Decíamos en una edición anterior que si el presente gobierno o el próximo –periodo 2018-2023- no encaminan algún proyecto de envergadura para aumentar la capacidad de generación de energía eléctrica, el Paraguay entrará en crisis para el año 2030, cuando hayamos colmado con la demanda la capacidad de generación de las dos binacionales combinadas, Itaipú y Yacyretá.

Decíamos en una edición anterior que si el presente gobierno o el próximo –periodo 2018-2023- no encaminan algún proyecto de envergadura para aumentar la capacidad de generación de energía eléctrica, el Paraguay entrará en crisis para el año 2030, cuando hayamos colmado con la demanda la capacidad de generación de las dos binacionales combinadas, Itaipú y Yacyretá. Eso se dará sólo teniendo en cuenta el crecimiento vegetativo de la demanda. Si por alguna razón se instalaran industrias electro intensivas, tal vez la curva de demanda acelere su crecimiento y corte mucho antes la línea horizontal de generación. Como quiera que sea, si no se piensa hoy en cómo generar más energía eléctrica, a mediano plazo empezaremos a estar en apuros.

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La denominada “Mesa Energética” ha emitido hace algún tiempo el denominado plan de Asistencia Técnica de Elaboración de la Política Energética, un pomposo título que contiene una considerable cantidad de enunciados, por ejemplo: “El país necesita de una visión de largo plazo. Cuando se habla de energía, generalmente se requiere de mucha inversión y la misma demanda mucho tiempo realizarla.Una central de generación no se puede poner en actividad en un año, sino que tiene un proceso largo. Tales fueron los casos de Itaipú, Yacyretá e incluso Acaray”. Es natural que se piense con la lógica de las hidroeléctricas porque quienes lideran dicha mesa pertenecen a Itaipú, principalmente, Yacyretá y otras oficinas del Gobierno. En la sección “energías alternativas” nombran como por compromiso otras fuentes como la eólica, la fotovoltaica, etc.

Bien, echemos un vistazo a la generación de energía con molinos de viento (aerogeneradores). España es un líder en la materia, produciendo por esa vía el 20% de la electricidad que consume e integrando un clúster (diseño, fabricación, instalación, operación y mantenimiento de turbinas eólicas) que explica por sí mismo el 0,24% del PIB español. ¿Muy lejano el ejemplo? Veamos otro más cercano y equiparable. Uruguay tiene un parque eólico con una capacidad instalada de 500MW –dos tercios de una turbina de Itaipú- y está trabajando para llevarla a 1.500 MW con una inversión de US$ 1.600 millones. Para tener una idea de dimensiones, el Paraguay consumió en 2014, 2.474 MW (datos oficiales ANDE). Brasil generaba en 2015 el 2,1% de su electricidad con generadores eólicos (3.450 MW en 2015) y Chile, que impulsa un programa de Energías Renovables No Convencionales con una inversión de US$ 13.500 millones hasta 2025, produce por esa vía el 20% de su demanda energética actual.

Existe otro mundo después de las represas hidroeléctricas. Un mundo energético limpio, renovable, que prácticamente no altera el ambiente ni modifica severamente el paisaje. Cuestión de saber verlo. Claro que para eso es preciso contar con estadistas, lujo que por aquí no estamos pudiendo darnos, al menos, por ahora.

Fuente: 5Días